La piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y siempre te hacemos mucho hincapié en que debemos cuidarla…pero ¿alguna vez te has puesto a pensar qué es lo que hace por nosotros?
Para comenzar hay que decir que la piel forma parte; junto con el cabello, las uñas, las glándulas sebáceas y sudoríparas; del sistema tegumentario. El tegumento es la cobertura natural de un organismo o un órgano, como su piel, coraza, concha o cáscara. Por consecuencia, es el sistema más extenso de un animal pues es el que lo recubre.
Tu piel (o tegumento) te cubre de todo lo externo. Esa es una de sus principales funciones, protegerte de las agresiones mecánicas, físicas, biológicas…incluidas las radiaciones UV que tanto daño nos hacen.
Luego, tiene el objetivo de ser un termorregulador. O sea, mantener tu temperatura corporal de forma adecuada a pesar del frío, del calor, del viento o de la lluvia.
También efectúa un balance hidro-electólico de tu organismo al no permitir que el agua que está dentro de ti, se escape al mínimo intento.
Además, es uno de los receptores sensoriales de tu cuerpo. Es a través del tacto que puedes reconocer afecto o dolor. A este respecto, nos gusta mucho un texto de Julio Cortázar incluido en su libro Rayuela (y que te recomendamos mucho) que dice: “…Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella…” ¡Es a través de la piel que podemos sentir este tipo de cosas!
Y, por último, nuestra piel también es un reflejo de nuestras emociones: nos sonrojamos, palidecemos, se nos pone la piel chinita o emanamos olores particulares que nos caracterizan y por los que nos identifican.
¿Ves cuán importante es nuestra piel? ¡Por eso debe estar dentro de nuestros propósitos cuidarla! Para tener…la mejor piel.