Muchos productos dermatológicos dicen ser antioxidantes, pero ¿sabes qué significa esto?
Los antioxidantes limitan la producción de radicales libres que pueden dañar la piel, ayudando a reducir las manchas producidas por el sol, el envejecimiento prematuro, calmar la inflamación e incluso a mantener la humedad en la piel.
¿Y qué son los radicales libres? Pues, son moléculas que produce nuestro propio cuerpo que atacan al colágeno y la elastina generando arrugas y líneas de expresión por la pérdida de elasticidad y firmeza.
También pueden provenir de la exposición a factores ambientales como los rayos ultravioletas, la contaminación y el humo del cigarro.
Entonces, en resumen, los antioxidantes nos ayudan a:
- Corregir y prevenir signos de la edad
- Prevenir el daño solar como las manchas y el fotoenvejecimiento
- Renovar la piel
- Aportar iluminación
La vitamina C es el antioxidante por excelencia. Tiene como beneficios mantener los niveles de humectación de la dermis, ¡es ideal para las pieles secas! Reforzar la barrera de la piel, aportar firmeza e hidratación, minimizar el enrojecimiento y la inflamación de las pieles más sensibles y reducir las manchas.
La niacinamida (vitamina B3) es otro antioxidante muy popular. Tiene propiedades seborreguladoras y antiinflamatorias, reduce el daño que la radiación solar causa en las células de tu piel. Combate los signos del fotoenvejecimiento y se encarga de reparar el ADN que haya podido ser dañado en tu piel.
El retinol también tiene propiedades antioxidantes. Es un derivado de la vitamina A que consigue tratar arrugas y manchas, además de mejorar la textura y el aspecto de la piel ya que favorece la renovación celular, al igual que la vitamina E que ayuda a proteger a las células contra los daños causados por los radicales libres.