Nos estamos acostumbrando a pensar que el skincare únicamente aplica para la piel del rostro y nos olvidamos de la piel corporal que es igual de importante.
La piel del cuerpo, como la del rostro, puede llegar a sensibilizarse con mucha facilidad y por varios motivos: desde factores medioambientales hasta desencadenantes internos como cambios hormonales e incluso la ropa que usamos.
¿Sabías que el 70% de la población tiene piel sensible? Es más común de lo que pensamos y cabe mencionar que no es una enfermedad, pero si requiere de un mayor cuidado. Para identificarla, hay que poner atención en sus 5 signos:
- Resequedad. La piel seca se debe a la falta de humedad. Las personas con piel seca tienen 3 veces más probabilidades de tener piel sensible.
- Irritación. Tiene más probabilidades de reaccionar negativamente a determinados estímulos, lo que puede provocar sensaciones desagradables como comezón y malestar.
- Aspereza. La piel tiene una textura escamosa, opaca y desigual.
- Tirantez. La piel se siente estirada o tensa.
- Barrera cutánea debilitada. Esto permite que los irritantes penetren y la hidratación se escape.
En resumen, la piel sensible o intolerante es la que reacciona de una forma distinta a una piel normal, es decir, es hiperreactiva. Puede experimentar sensaciones de cosquilleo, calor, hormigueo y picor, la mayoría de veces de manera intermitente.
Si no cuidas tu piel, sea sensible o no, puede llegar a cuartearse y agrietarse en cualquier parte del cuerpo. Y así como hacemos los 3 pasos básicos en una rutina de skincare facial, que son: limpieza, hidratación y protección, también debemos hacerla con nuestra piel corporal.