La vitamina D tiene varias funciones además de regular el metabolismo: es indispensable para absorber el calcio y el fósforo, los nutrientes relacionados con la salud de la piel, el cabello, los huesos y los dientes.
Como esta vitamina estimula el crecimiento de los folículos capilares, su déficit puede provocar un cabello débil y quebradizo. Y como también tiene un impacto dermatológico, la falta de esta vitamina puede favorecer la aparición del acné, la rosácea, la psoriasis o la dermatitis.
Para muchos expertos este elemento no debería recibir la denominación de “vitamina”, ya que no se trata de un compuesto que nuestro organismo sea incapaz de producir, como las demás.
Entonces, ¿de dónde la podemos obtener?
La exposición solar. El cuerpo la sintetiza por sí mismo gracias a una reacción química al estar en contacto con el sol, claro, con exposiciones que no sean mayores a 15 minutos al día, ya que como sabemos, esto podría causar quemaduras y a la larga, cáncer de piel. Nunca olvidemos aplicar protector solar no solo en el rostro, sino en las partes del cuerpo que tenemos expuestas al sol.
La alimentación. Ciertos alimentos contienen esta vitamina: pescados azules (como el atún, salmón, sardinas, etc), la yema del huevo, lácteos, champiñones, la levadura y algunas verduras.
Suplementos. La falta de luz solar y de una correcta alimentación provoca una deficiencia en esta vitamina, que se puede compensar con suplementos alimenticios. Eso sí, es importante primero consultar con un médico antes de tomarlo ya que un exceso puede tener efectos secundarios como náuseas, vómitos, estreñimiento, entre otros.
Así que, podríamos decir que no hay productos dermatológicos que contengan esta vitamina como ingrediente principal, pero hay muchas otras que ya hemos mencionado en otros Dermatips que pueden ayudarte con el cuidado de tu piel. 😉
